Historias. Algunos libros te enganchan porque las historias que cuentan te resultan completamente ajenas. Nada se parece a tu realidad, los personajes tienen un halo de misterio que poco tiene que ver con las miserias comunes del día a día. Otros libros, por el contrario, te atrapan porque en ellos encuentras lugares comunes, esos que identificas incluso físicamente, porque sus personajes tienen un alter ego real.
En el primero de los casos, me ha ocurrido con Ángeles Rebeldes, de Robertson Davies. A lo largo de la lectura, crees estar en un mundo algo ajeno, personajes con intenciones no reveladas.
El segundo, se ejemplifica con Saber perder, de David Trueba. Es de lectura cómoda, menciona lugares conocidos y transitados, puedes hacerte perfecta idea de cómo es físicamente cada uno delos personajes. Está contado cruzando historias, algunas que no termino de creer, pero que podrían ser reales.
A mitad de camino entre los dos, se sitúa La vista desde Castle Rock, de Alice Munro. Tenía ganas de leerlo desde hace tiempo. Historias que nacen de leyendas, tanto actuales como de otros siglos. Historias que resultan deliciosas y que, aún contando episodios a veces inverosímiles, no puedes dejar de creértelas.
" ... Pero de momento el maíz está en flor, el verano ya declina, el tiempo vuelve a dejar espacio a las riñas y las trivialidades. Los días ya no tienen duras aristas, ni zumba la sensación de destino en las venas como un enjambre de insectos pequeños e implacables. De vuelta al punto en que ningún gran cambio parece anunciarse más allá del cambio de las estaciones..."
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