Hace poco escribía Muñoz Molina acerca de la escasez de biografías serias en la literatura española; de la incapacidad de contar con sinceridad y desvergüenza la propia vida. Los españoles, aficionados al cotilleo y al chascarrillo, no lo somos a la indagación e investigación serias, decía.
Acabo de terminar "Confesiones de una vieja dama indigna" de Esther Tusquets. Carente de toda vergüenza y plagado de anécdotas, deja asomar a la vida de la editora-escritora, con muy pocas cortapisas. La gauche divine, la posguerra, los bandos, las adscripciones ideológicas, el sexo y el amor libre, los hijos, el matrimonio, la vejez, los viajes, las fiestas, los escritores... el mundo de la edición, que tanta envidia me da.
Es difícil escribir sobre uno mismo; es difícil porque obliga a hacer memoria (y esta casi siempre engaña); es difícil porque se adivinan errores o se descubren miradas que en el momento pasado no existían. Es difícil porque siempre que se cuenta una parte, se oculta otra.
Estoy descubriendo la ópera...
domingo, 29 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)