sábado, 29 de agosto de 2009

Vacaciones de verano (III)

Dice Predrag Matvejevic en su Breviario Mediterráneo:

"... La pesca con red se completa con la pesca de anzuelo o con la pesca de palangre, arpón, nasa, tridente y artes parecidas. Lo importante es encontrar la esca, el cebo, la carnada, el anzuelo adecuados, esta cosa engañosa, tiene no sin razón, muchos nombres. La elección no es sencilla. El anzuelo debe adaptarse a diversos tipos de voracidad, tanto de los peces como de los pescadores..."

Es lo que tiene el Medíterráneo, hace falta mucho talento y mucho vocabulario para describirlo. Lo mismo pasa con Mallorca. Yo no lo tengo.

En la recámara, para mí Mallorca era lunas de m(h)iel, vacaciones de fin de curso de EGB (parece mentira, pero yo estuve aquí), hooligans patrios e importados, pelotazos urbanísticos...

Pero hay más, todavía mucho más. Un interior eminentemente rural, con campos de olivos, con cepas, con corderos que se refugian del sol bajo los algarrobos y azebuches. Pueblos maravillosos en los que todo se ralentiza, como Sineu, en el que en cada esquina aparece una iglesia, o Pollença, en el que los lugareños se resisten a abandonar sus costumbres a pesar del turismo, y donde vuelvo a ver eso que hacían mis abuelos de sacar las sillas a la calle, después de la cena, y emprender la charla con los vecinos hasta bien entrada la noche, compartiendo cafés y nietos danzando a su alrededor.

Las possesions mallorquinas se rodean de cipreses, palmeras, higueras, pinos... algunas son ahora hoteles rurales, como Monnaber Vell, en el que nos alojamos los primeros días. Aquí no se oye un alma, bueno, los cencerros de los corderos, pero son adorables...y yo no soy capaz de comerlos!


Es increíble, pero por primera vez para mí, el plan es no tener plan... Levantarse cuando el cuerpo decide, nadar un rato, desayuno pantagruélico, vuelta a la piscina con lectura entre las manos, o vuelta a la cama; si se tercia, excursión a un cala...y así transcurre la jornada, que suele terminar con una buena cena mallorquina...

Puedo acostumbrarme a esto.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Vacaciones de verano (II)

G cumple 40 años. Lo celebra como merece: rodeado de amigos, con energía y con ganas de cumplir otros 40 más...como mínimo. Gran fiesta y desparrame en una pedreñera que recorre la bahía de Santander por la noche. Bailamos, bailamos y bailamos.

G. está a su lado. A la que nos queramos dar cuenta, serán tres. Felicidades a los dos.

La amistad tiene esas cosas. Uno casi se alegra más con la felicidad de los amigos que con la propia. Gracias por habernos dejado compartir contigo esa fiesta. Gracias por ser el mejor guía de Cabárceno y por esas inolvidables croquetas de La Conveniente.
Un abrazo enorme para los dos.

Vacaciones de verano (I)

Vacaciones distintas a las de otros años. Vacaciones deseadas y que estamos disfrutando y saboreando a cada minuto.

Nos sorprende León y las vidrieras, las del gótico y las del renacimiento de la Catedral. También las del siglo XXI del MUSAC.
De camino a Cudillero le descubro a P. las hoces de Vegacervera. A cambio, él me muestra la costa silenciosa asturiana y los recovecos que se esconden en el camino. Cudillero es mar, es puerto, es música de gaita. Cudillero es un virrey sabrosísimo y arroz con leche sedoso. Es un paseo y otro.
Es la cala de Xilo y el Cantábrico sano y bravo.

martes, 18 de agosto de 2009

Alivio

Ni el párrafo del capítulo IV. Siempre encuentro una excusa para abandonar a Faulkner y a su Santuario.

Esta vez han sido los juegos universitarios de la señorita Teothoky, Clem Hollier, Mc Varish, Parlabane, Darcourt y Arthur Cornish, todos ellos bajo la atenta mirada del difunto Francis Cornish.

Como ya me ocurrió con la primera novela de la trilogía de Deptford (El quinto en discordia), la primera de la trilogía de Cornish (Ángeles rebeldes) me tiene completamente ensimismada y concentrada en su lectura.

¿Será que es mejor Robertson Davies que William Faulkner? ¿Será que soy tan mala lectora? ¿Será que no tengo suficientemente desarrollado mi paladar como para poder saborear las obras maestras?

Llevaba toda la semana pasada atizándome…bueno, exagero, sólo en los ratos libres entre lecturas, trabajo y hospitales.

Y entonces llega Muñoz Molina. Y me rescata de forma sencilla. Entre otras cosas, su artículo en el Babelia del 15 de agosto dice:

“…Un lector ha de ser sincero consigo mismo, e igual que no debe envanecerse de las alturas que ha conquistado tampoco tiene que avergonzarse de sus fracasos ni esconder su capitulación ante una obra maestra.

Ante Ulysses yo me había rendido. A Vida y destino no le había hecho mucho caso la primera vez que se publicó en España, aunque tuve el libro en mis manos, y hasta en mi mesa de noche...”

Siento alivio. Bueno, aún a riesgo de que sonrojarme, yo he fracasado con Ulysses, con Proust y el tiempo perdido y con Faulkner ando en clara retirada.

A cambio, he comprado Vida y destino, que viajará conmigo en las vacaciones…No sé cómo volveremos ambos.

lunes, 10 de agosto de 2009

Libros

Lo dicho siempre, en verano se saborean más los libros.

He terminado “No se lo digas a Alfred” (Nancy Mitford, Libros del Asteroide). Otra crónica divertida e irónica de la alta sociedad (esta vez inglesa y francesa) de mediados de siglo XX. Como los otros libros que he leído suyos (Amor en clima frío y A la caza del amor) no hay un tema principal. Quizá lo sea la cotidianeidad, si es que puede llamarse así, de la clase alta inglesa, tan proclive a desvaríos y caprichos. Fina e hilarante a veces, se disfruta de un tirón. Aún así, seguro que alguno me tildaría de simple y ligera…qué le vamos a hacer.

También he disfrutado “El vaso de plata” de Antoni Marí (y también el Libros del Asteroide). Breve recopilación de aventuras infantiles y adolescentes, y no tanto, tomando como hilo conductor las catorce obras de misericordia.

Ahora ando con “Santuario” de Faulkner. Es mi cuarto intento. Me cuesta. A veces la gran literatura frustra al lector…A mí. Sigo en ello porque al llegar al capítulo IV encuentro un párrafo arrollador y que me engancha. A ver qué pasa.