martes, 6 de octubre de 2009

Prosa de pasamanería

Nunca he estado en los toros. Dudo mucho de que sea un "espectáculo" que pudiese gustarme. En definitiva, el fin último de la llamada fiesta nacional es matar un toro, ¿no? Y aún así, cuando a veces en la televisión veo un lance torero espectacular (se dirá así?), me sorprendo a mí misma pensando que algo de arte puede haber.

Lo que más me gusta de todo el asunto (porque no quiero pensar en lo que me disgusta) es eso que Elvira Lindo llamó hace unos días "prosa de pasamanería", que admiro y saboreo. Como esta crónica que leí las pasadas vacaciones:

"...se abrió de capote y dibujó verónicas espléndidas a un animal que salía suelto. Lo cuidó en el peto y se enroscó las telas a su juncal figura en chicuelinas milimétricas (...)
Adornos torerísimos: capeinas, molinetes garbosos, pases de la firma. Lances a pies juntos cimbreando la cintura al son de la embestida del quinto..."

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