A pesar de sentirme divina y monísima (falda abullonada con estampado geométrico, botas negras altas, maxigafas de sol...), tengo que contenerme para no abalanzarme sobre los maniquíes y salir corriendo con algunos de los vestidos, incluido el uniforme de Iberia.
La pureza de líneas de sus vestidos contrasta con los ensortijados nombres de algunas de sus clientas (Faina Ussía Muñoz-Seca, Isabel de Mandalúniz y Castelo d'Ortega, Josefina Attard y Tello Marquesa de Mozobamba del Pozo...) Nada que objetar al gusto, exquisito, de estas damas. Cierta envidia, nada más. Y agradecimiento.Dice Elio Bernhanyer que "la elegancia no la ponen los creadores, es cosa de las mujeres" y yo me lo creo.
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