Lo dicho siempre, en verano se saborean más los libros.
He terminado “No se lo digas a Alfred” (Nancy Mitford, Libros del Asteroide). Otra crónica divertida e irónica de la alta sociedad (esta vez inglesa y francesa) de mediados de siglo XX. Como los otros libros que he leído suyos (Amor en clima frío y A la caza del amor) no hay un tema principal. Quizá lo sea la cotidianeidad, si es que puede llamarse así, de la clase alta inglesa, tan proclive a desvaríos y caprichos. Fina e hilarante a veces, se disfruta de un tirón. Aún así, seguro que alguno me tildaría de simple y ligera…qué le vamos a hacer.
También he disfrutado “El vaso de plata” de Antoni Marí (y también el Libros del Asteroide). Breve recopilación de aventuras infantiles y adolescentes, y no tanto, tomando como hilo conductor las catorce obras de misericordia.
Ahora ando con “Santuario” de Faulkner. Es mi cuarto intento. Me cuesta. A veces la gran literatura frustra al lector…A mí. Sigo en ello porque al llegar al capítulo IV encuentro un párrafo arrollador y que me engancha. A ver qué pasa.
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